Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

viernes, 22 de junio de 2012

Por qué recomiendo leer a Ortega

A menudo parecen los pensadores densos, sumamente artificiosos, como si desearan no tanto explicarse de forma límpida como enmarañar su idea con subterfugios y numerosos adjetivos complicados. Debo reconocer que en el filósofo más importante español -que no el único- encuentro mucha claridad e ideas interesantes para el hombre actual: trata de contar lo que quiere contar, su filosofía, de forma clara y esquemática; sus argumentaciones se suceden pero no se atolondran, no abruman. Su léxico no es hegeliano, ni kantiano, sino para el español medio.



¿Qué ha sido del noble de la antigüedad? ¿Qué ha sido de las masas? ¿Por qué se rebela? ¿Europa camina por tierra firme o se hunde en un Titanic de intereses opuestos? ¿Qué ha sido del aristócrate anterior al siglo de las revoluciones? ¿Camina la política por un valle de sombras? Estas cuestiones intrigan al madrileño Ortega y Gasset. ¡Y merecen aún más interés! Hoy día, no interesan más que en aquel entonces, y estas preguntas se pierden en la niebla de la estupidez o bien se asimilan erróneamente.

Ortega, de vivir en la España de Zapatero, palidecería al ver sus ideas tornarse reales o por contra, por ver que estaba muy equivocado. En cualquier caso, admitiría en este mundo sus peores temores para la posteridad, una posteridad decadente, fragmentada, gobernadas por masas informes que el hombre no reconoce como 'naturales' (mercados, masas, redes sociales...). ¿Hacia qué futuro camino el mundo? Tal vez un futuro no tiranizado por máquinas en sentido estricto, pero sí por entidades abstractas que adoramos como los antiguos adoraban a los planetas. Si el hombre no deja de comportarse como un cangrejo, estaremos condenados a repetir la historia. Una Gran Guerra, otra, otra... ¿Cuándo el hombre moderno leerá libros en lugar de adorar el belicismo?

Ortega, con una pluma concreta y concisa, con una literatura ensayística profunda pero clara, ahonda en grandes cuestiones. ¡Más Ortega y menos orto! ¡Libros cortos y sencillos! ¡Precios de escándalo! Metan a este señor en su capitalismo de biblioteca. No les decepcionará.


sábado, 2 de junio de 2012

Reportaje de Canción de Hielo y Fuego (V)

Explicación de por qué merece una nueva crítica. Efectos narrativos y disección de los últimos tomos de la saga (Festín y Danza de Dragones)

Hace más de un año de las últimas entradas que analizaban el universo literario de Martin. Por aquel entonces no había sido publicado Danza de Dragones ni Juego de Tronos era el centro de gravedad de la ficción televisiva. Ahora sin embargo hablar de que los Lannister siempre pagan sus deudas o animar a alguien asegurando que es más noble que un Stark es lo más normal y corriente de la jerga de los entendidos no tanto en la ficción de letras, sino de la televisión actual, inflada a series. Westeros ha llegado al corazón del mundo gracias a una campaña de marketing auspiciada por la HBO que la ha catapultado a los temas sociales generales o mainstream (si queremos odiosamente reconocerlo en la lengua de Sakespeare) de la sociedad actual. Twitter, Facebook y YouTube están inundandos por la moda de Juego de Tronos. Es difícil no oir nombres de personajes de la saga, zonas cúlmenes del libro o fardar de la inclusión de su vídeo de entrada u openning honorificado por Los Simpson.

¿Pero por qué volvemos atrás si ya dejásteis claro que la saga es maravillosa ehicisteis un análisis certerísimo como sólo vosotros dos hacéis? Bien, creo que las circunstancias han cambiado. He releído a medias los libros, he visto la serie y he catado tanto Festín de Cuervos como Danza de Dragones (cuarta y quinta parte). Dicho esto, es conveniente avisar de cosas que están cambiando en la saga. En primer lugar, creo que tras Tormenta de Espadas la complejidad de la trama es tal que Martin está suturando un obra que se hunde poco a poco. Tras terminar el libro quinto he percibido que su narrativo no ha caído: continúan dándose cliffhangers con naturalidad y continúan muriendo los que no tienen que morir y viviendo los más odiosos, enervándonos y levantándonos del sillón. Es sin embargo, por donde va la saga lo que perturba: no avanza; se queda a medias en lo que expone, introduce nuevos y más personajes y no hace que la burbuja explote de una vez. 

Que explote la burbuja es algo ideal. Así lo hizo en TdE y así aplaudió la crítica esa explosión de espadas, revelaciones y sangre y vísceras. Sin embargo, Martin peca en sus últimas obras de alargar la historia, de hacer miles de folios más que como medios, como fines. La llegada del invierno, esto es, el sexto libro (buff, qué miedo) arremeterá contra todos los personajes, y es pues necesario que estén todas las piezas listas para ese colofón que será Winds of Winter. Ahora bien, ¿a qué precio? De seguir, la trama se va a desvirtuar y los que confiaban en la audacia de Martin como artista creyendo que estando la pluma en su mano nada malo le ocurrirá a la saga o incluso a la serie de televisión, se van a decepcionar.

Festín de Cuervos fue para mí el principio del fin (como la cuarta temporada para perdidos). Con personajes menos interesantes, tantas tramas abiertas nuevas, con nuevas caras y casas por integrar, además de forma secundaria, habida cuenta de que es a propósito este segundo plano que le dan a los nuevos cuervos del libro. Quiero decir que el papel secundario y por ende coñazo que le atribuye Martin a los nuevos señores nobles de forma intencionada rompe con lo de antes; esto es, personajes cien por cien necesarios, que aportan su función exacta a la trama y al ser tan necesarios su desaparición sorprende y cautiva. Con este recurso Martin quería centrarse en otras historias, en las Antípodas de Canción de Hielo y Fuego, y sinceramente no supo guardar la esencia de la saga, su continuidad con gente de las Casas Stark y Lannister y sus frotes y odios. Obviamente necesitaba introducir nuevas caras en la historia, pero no supo conjugar ésto con salvaguardar a otros personajes interesantes como Tyrion, Jon o Dany.

Para acabar, Danza de Dragones ha sido, como había oído, un libro de transición donde las piezas vuelven a moverse en el tablero de ajedrez sin devorar ninguna pieza (al menos, clara y especificamente). La perla del libro es poder deleitarse con el trío de personajes clave (los arriba mencionados, el gnomo, el lobo y la dragona), pero aunque esto es ciertamente deleitable, decepciona no ver una correspondencia en el resto de tramas. ¿Reek, Stannis, Melissandre?

Por no destripar más, me callaré.

Sólo espero seguir comentando esta saga, que tanto da de hablar ahora y seguirá haciéndolo, pues es ciertamente polémica y deja cierta adicción a quien respira su aroma sanguiolento.
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