El cine americano de acción está plagado de estereotipos.
El guapo humilde y trabajador, siempre bueno por naturaleza, es el líder sin quererlo, no tiene vicios ni defectos, y sobrevive casi sin esfuerzo; sólo su astucia y su buen corazón le echan una mano. Luego están las féminas. Sí, féminas. Mujeres retratadas cuadricularmente, o bien como inseguras amas de casa bocazas o como militares férreas independientes. Luego está el típico negro chistoso que muere el primero -perdón, eso es en las películas de terror-, y el intelectual afamado engreído que muere porque le cae mal al público. Faltan dos clichés: el ruso malo malísimo que apenas habla, sólo pone bombas a casas con niños para señalizar claramente que es un hijo de mala madre, y el militar norteamericano -normalmente bigotudo- que es patriota hasta más no poder y cuya paranoia es el continuo acecho de los soviéticos en cualquier momento.
En La jungla de cistal -Die Hard en inglés- estos tópicos se pueden ver claramente. O es cualquier otra película de acción en la que finalmente se clava al mal la bandera rojiblanca con estrellas de los EE.UU en el pecho del espía eslavo y se libera a la gente de la opresión con un grito de alegría -más de locura que de júbilo-.
1 comentario:
Bravo, bravísimo mi querido amigo. Aunque cuando he leído lo de la bandera rojiblanca creía que te referías a la del atleti xD.
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