El léón, la bruja y el armario

Hoy con el estreno próximo de Dorian he recordado las dos películas de su protagonista Ben  , un guapo joven inglés que aparentemente combina fiereza interpretativa y hermosura. Pero el tema de esto no es el poco parecido de Dorian Gray  (trailer, porque no la he visto) con su novela, que podía ser, sino Las Crónicas de Narna, la saga fantástica adapatada al cine por Disney.

La parte literaria de estas Crónicas, su comienzo, es una fábula alejada de la acción o la fantasía. Se asemeja más a una Biblia adaptada al público joven que un guión hollywodense. El simbolismo de la trama, la eterna lucha entre bien y mal, su religiosidad, su ferviente esperanza, hacen de esta saga única no sólo por su argumento amplio y bien estructurado, sino también por su forma: no es una novela, es un fragmento de un texto sagrado antiguo en el que unos personajes infantiles tuvieron la suerte de aparecer.

Las novelas pasadas al cine son otra cosa. El león, la bruja y el armario dejó en el aire asuntos fantásticos que hicieron caer el guión estrepitosamente: la enemistad de la Bruja y Aslan, las criaturas fantásticas, la resurección de Aslan, etc... han desaprovechado un film épico de Disney que podría haber pasado a la historia.

Finalmente El Príncipe Caspian rompe con la tónica anterior. Se pasa primeramente a un público quizá más amplio, con terrenos sobrios y fantasía más pecaminosa con relaciones hormonadas entre adolescentes para atraer con la tensión sexual a más espectadores. El regreso de la Bruja complace al público más aferrado a la historia anterior a la guerra de Caspian, y a la presencia de Alicia Borrachero de Hospital Central es una curiosidad enorme para el público español (la novia de Binches, si se escribe así).

La travesía del Viajero del Alba es la siguiente parte de esta saga. Y aunque aún falta para su estreno en EEUU, ya circula por internet su trailer.