Que es necesaria una ciudadanía activa y preocupada es una verdad que durante dos días hemos escuchado mucho: se trata de una de las demandas del grupo ¡Democracia Real Ya!, que ha organizado, y con mucho éxito, en el día de ayer, una manifestación multitudinaria por todo el país. Es una queja pública en cada municipio importante de España, pero ha arraigado sobre todo en Madrid.
Este movimiento goza de éxito precisamente por el menosprecio de la opinión pública: la mayoría de los medios de comunicación no han cubierto su última manifestación el domingo, y esto les ha fortalecido. Por un lado, la actitud del Gobierno ha intentado sacar rédido electoral de alguna manera, pero el tiro les ha salido por la cultata -han intentado enfocarlo como algo beneficioso para ellos, pero con la publicación del manifiesto en su propia página web, el PSOE, por ejemplo, ha demostrado que se les escapa de las manos esta situación tan crítica con su gestión institucional-. Por otro, el PP ha intentado criticar por encima estas quejas anti-sistema, pero ha sido ridículo su argumentanción; mientras IU intenta enganchar a una juventud decepcionada con ellos también.
El País dice que se debe a la fiebre democrática que han contagiado la Primavera Árabe y a los sábados de Islandia, y al gancho enorme de Facebook y Twitter, que son honestos y sencillos, no como los partidos políticos que tenemos, que, dicen, están podridos, no representan al pueblo y monopolizan la democracia. Sin embargo, han tardado poco en polarizar la noticia a favor de la ribera de Gómez, candidato socialista de Madrid. No se puede pedir más de una prensa del grupo Prisa.
En definitiva, la ciudadanía ha hablado. Y ha sido crítica, objetiva y pacífica. Y lo ha hecho sin mojarse en ningún partido político. Por una sencilla razón: aunque acusen a los manifestantes de ser jóvenes de primero de carrera, y con eso digan que son de izquierdas, en realidad saben que es la crítica del pueblo, que está harto de aguantar como todo lo que aprueba su gobierno va en contra de lo que quieren, y de cómo el resto de partidos parecen vivir en otras tierras.
¿Revolución? Crítica democrática, más bien.
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