Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

domingo, 11 de septiembre de 2011

11-S

En el décimo aniversario del evento que cambió la historia americana y universal e inauguró la era del terror del terrorismo- dándonos a los españoles de lleno con los atentados en los trenes en marzo del 2003-, la historia no ha cambiado mucho.
Los países fuertes siguen siendo fuertes; EEUU acapara aún la hegemonía mundial y Europa se tambalea frente a una crisis económica que la ha dejado desnuda y ha dejado entrever los escúalida que puede ser el gigante impulsado por Alemania. África sigue dormida y muriéndose de hambre, China y Japón siguen creciendo a ritmos agigantados, uno más lento que el otro, y lo único que parece haber cambiado en las últimas fechas y haber traído un rayo de esperanza ha sido la Primavera Árabe que nuestros hijos estudiarán en el colegio como insólitas.
¿Qué ha cambiado en estos diez años? Los móviles con cámara y conectados a Internet están a la orden del día, las consolas que ahora se llevan son ultramodernas en comparación con antes, y la alta definición ha revolucionado el concepto de calidad televisiva. 
Pero ¿y el miedo? Durante las siguientes jornadas al atentado la gente empezó a darse cuenta de que eran vulnerables a los fanáticos con bombas que no tuvieran miedo a morir-pues esos son los hombres más peligrosos, los que miran cara a cara a la Señora Muerte y se burlan de ella-, de que el mundo tecnológico y avanzado, democrático y civilizado tal y como los griegos ansiaban, había sido insuficientemente fuerte contra una amenzaba particular, individual, de pocas personas pero con buena organización.
Pero retornando al aniversario de este acontecimiento, pregunto, ¿merece alguna justificación el terrorismo? En general no son pocos los críticos con los norteamericanos, y también reacios a sus incursiones en diferentes países (Iraq, Libia, Afganistán...), que dicen que EEUU cosecha lo que siembra. Y ponen como ejemplo la situación económica que atraviesa el país. Pero de ahí a alegrarse de una tragedia de estas magnitudes hay mucho. ¿Qué hace EEUU para recibir condolencias frías de aquellos que se apenan de los muertos, del caos, de la sangre, pero no del dolor del Estado, ese dolor que no es otro sino la rabia internacional por presenciar el poder indómido de un dragón que no conoce límites?
EEUU es arrogante. Y, curiosamente, eso es lo que da poder. Su arrogancia, su estúpido nacionalismo y patriotismo, une a sus masas y les hace llorar con la caída de torres y reír con la muerte de un terrorista en Pakistán. EEUU obliga a sus gentes a besar la bandera americana,  a amar a su presidente y a sentirse orgulloso de ser el poderoso líder del mundo. Pero precisamente ese egoísmo y arrogancia es su punto débil. Cuando conoce la debilidad toma represalias sin pensar en las consecuancias. Cuando lo ve necesario rehuye de rendir cuentas ante la Asamble de la ONU y marca su propia política internacional, una decisión unilateral agresiva y bestial que aumenta la rabia de sus enemigos y a la vez, su temor.
No se puede pactar con el terrorismo,  ni convivir con él. Pero tampoco se mata una mosca a cañonados, renunciando a la ética y despilfarrando los recursos en invasiones al otro lado del mundo. Tampoco se puede criticar a un régimen torturador y construir en su misma isla una prisión ilegal. Se debe tener mano dura...y sentido común. Mientras no tenga eso segundo EEUU y siga viviendo de la estúpidez de su markéting patriótico y su conservadurismo anti-ciencia anti-progreso, anti-todo, estará condenado al fracaso y caerá. 
Sin embargo, no denomino a la potencia americana imperio, ni tampoco le culpo de todos los males en el mundo como el chavismo y el castrismo, pues eso es estúpido, una falacia vaga para ser peor que los yanquis.
Sólo me queda condenar la violencia. Esa es la auténtica diferencia entre los auténticos démocratas y los que se nutren del caos.

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