Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

viernes, 11 de noviembre de 2011

11-11-11, un día especial

En una fecha como estas, en la que un capicúa con el número once no se volverá a repetir hasta dentro de cien años, quiere reflexionar un poco en este blog y aprovechar el tirón comercial (y de comentarios) que ofrece una fecha significativa. Sí, la gente es vaga para comentar, pero confío en que lean unas pocas palabras de lo que voy a decir, queden prendidos y me escriban algo para que no parezca que esto es uno de esos carteles electorales mohosos y despreciados.


¿Qué tal está el mundo? Presiento que algo está cambiando; algo lento y paulatino sin consistencia histórica, pero ¿acaso los que vivieron la Guerra Fría sentían que estaban dentro de un capítulo vital de la historia? Creo que el mundo actual que nos ha tocado soportar y obedecer, con sus reglas y crónicas, está viviendo una lenta transformación.

Es evidente que Europa no sigue igual que en 1989. Hemos avanzado a pasos agigantados en calidad de vida, pero todos esos años de gloria y esperanza parecen enturbiado con un velo de temor a retroceder como los cangrejos. Alemana y Francia niegan que vayan a crear un grupo de colegueo de tirón económico que puedan resistir a las adversas circunstancias económicas, pero aún así nuestro continente no es lo que era: la ultraderecha se expande como una pandemia social, al igual que el paro y el déficil, y el euroescepticismo es cada vez más normal en los que eran padres de la Unión.

Presiento, además, no sólo que estamos sintiendo en nuestras carnes un momento único, sino que está por venir algo grande. ¿Una guerra? Puede. El último eslabón del comunismo comprando deuda americana, revoluciones árabes primaverales, carreras armamentísticas por parte de Irán y auges impresionantes de países como India, Rusia o Brasil son algunas de las pruebas que necesito para saber que algo nuevo se acerca. Algo paulatino, lento, pero seguro. Algo que está ya ha empezado.

Pero, además, estoy seguro que las próximas generaciones -tus hijos, mis hijos, sus hijos- verán el mundo de una forma muy distinta: serán más estúpidos, tendrán una educación peor, pero al mismo tiempo tendrán el mundo aún más abierto que nosotros. ¿La globalización ha terminado? De eso nada. Seguirá dando guerra.

Y mientras chocheo como buen filósofo, Soraya Sáenz de Santamaría pare el día del Anticristo, en el telediario sale Justin Bieber y yo me rebano los sesos para no monopolizar este blog -nacido para el cine y la literatura- entorno a estas malditas elecciones generales y en general la política.

Adeus.

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