El Estado actual dice continuamente qué hay que hacer, cuándo hay que empezar la campaña electoral, cuántos avales tienes que encontrar para presentar una candidatura al Congreso, la indispensabilidad y obligatoriedad de la Monarquía... y la ilegalidad de reuniones políticas y manifestaciones antes de unas elecciones. Si se pensó esta fecha para poder calmar los ánimos de una sociedad con furiosa con los gobernantes, se consiguió con esta medida obligar al pueblo a apagarse con agua fría ante fechas señaladas, olvidar las circunstancias extraordinarias del domingo y volver momentáneamente a la rutina. Incluso se consigue más abstención.
Por ejemplo, en las elecciones autonómicas y municipales, el movimiento 15-M se tornó ilegal, y con una orden judicial que impedía su presencia en Sol, hizo desacato u oídos sordos y gritó con más fuerza en el corazón de la capital mientras las campanadas de la medianoche hacían ver a sus manifestantes la idiotez de una norma como la prohibición de actor públicos políticos en la Jornada de Reflexión. El Gobierno Socialista se vio obligado a mirar a otro lado, a incumplir un mandato judicial para no provocar una Toma de la Bastilla.
Así pues, esta fecha es inútil, es de una democracia primitiva y cosmopolita, casi aristocrática, que descansa los sábados sin trabajar como si eso fuera el espejo de nuestra sociedad. Su prohibición es por tanto ridícula. ¿Y entonces por qué sigue existiendo esa norma? Es como la Ley Electoral: el interés es la fuerza más grande del universo, y dentro del hombre. O también son presas de ese miedo irracional al reformismo, como lo atado en la Transición fuera inviolable. En cualquier caso, censuran. Y no es de extrañar: la prohibición es la medida rápida de los gobiernos sin criterio. Y de los que tienen miedo.
España debe estar siempre en campaña electoral, los trescientos sesenta y cinco días del año. De lo contrario, democracia es votar cada cuatro años. Es salir de casa una vez por legislatura. Es no participar activamente de los aciertos errores de los políticos. Democracia no es sólo el veinte de noviembre; democracia es todo el año.
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