No hablo de la económica, sino del vacío existencial y creativo que me surge en el período estival. Me siento como vago, recluido en mi casa víctima del infierno ambiental de la calle, y mi único alivio, la escritura creativa, las redes sociales y la lectura, me abocan a tumbarme a la hamaca y no salir de allí excepto a por bebida.
Es la una y media de la mañana. Un sofoco naranja cae del cielo como fiereza; no veo a nadie recorriendo las calles y empiezo a tener hambre. Es por la mañana y por la noche, en verano, cuando me siento más vivo. Ahora estoy presa de un tiempo agobiante y frustrante. Viva el aire acondicionado. Vivan las vacaciones de verano. Viva el país, que esta dormido durante un mes como si el apocalipsis hubiera barrido de personas los núcleos urbanos.
Solecillo de agosto, qué cabrón eres.
1 comentario:
En septiembre lo hecharás de menos jaja
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