Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

lunes, 16 de febrero de 2015

Podemos (II): Pueden

¿Es tangible la amenaza del partido de Pablo Iglesias? ¿Hasta qué punto cuestiona el poder del bipartidismo? ¿Es una revolución lo que viene o un ligero cambio?

En principio las encuestas, que no significan intención de voto, parecen, no contradictorias, pero sí algo confusas. Las mismas que charlaban de las elecciones europeas sin inmutarse acerca de aquel doctor en Políticas de Madrid empezaron, tras mayo, a presentar informes ligeramente sorprendentes.


Llegó un punto en que según el País y El Mundo el partido Podemos podría llegar a ser la fuerza más votada. Aquello fue una revolución. En cierta manera, sin embargo, era predecible. Desde la mirada exterior España parecía extrañamente dócil ante la oleada de recortes desde el fin del gobierno de Zapatero. Las manifestaciones públicas y privadas no tenían su eco en la intención de voto y ambos partidos se sentían cómodos en sus sillones. Parecía que, como luego se demostró, los votantes estaban lo suficientemente desencantados como dejar de votar a sus partidos tradicionales, pero no alzancaban el valor o el partido adecuado para efectuar ese cambio de voto. No tenían un candidato a nueva fuerza política y un nuevo rostro al que seguir.

Sin embargo, ganen las siguientes elecciones (andaluzas, municipales, autonómicas, catalanas y generales) o no, desde luego tendrán presencia importante en muchas regiones (por ejemplo, Madrid, Andalucía y puede que Valencia) y el poder que da la llave de gobierno puede generar dos consecuencias: que las políticas efectivamente cambien, en todos los sentidos, forma y fondo, por ejemplo; pero también que la ciudadanía empiece a ser más activa políticamente.

Aunque el Partido Popular acabe gobernando la siguiente legislatura (cosa que desconozo) la partición que pudiera tener el Congreso de los Diputados daría pie a una nueva época histórica, donde los acuerdos de gobierno, las coaliciones y las cesiones chocarían con estos cuatro años de gobierno de Mariano Rajoy, unilaterales, secos, sin apenas consensos.

Podemos ha sido el catalizador y la ruina del bipartidismo. Lo que Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia consiguieron lentamente con mucho esfuerzo Podemos lo ha engullido en menos de la mitad de tiempo. ¿Con qué propósito? ¿Para fagocitar al PSOE? Corre el riesgo de monopolizar la izquierda y la alternativa, y sustituir un bipartidismo por otro. Sin embargo, puede que estemos en un punto de no-retorno. Puede que un nuevo bipartidismo sea ya imposible, como parece la inexorable calcificación de los socialistas de Pedro Sánchez.
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