Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

sábado, 27 de noviembre de 2010

¿Entradas necesarias?

Para rellenar el vacío de pocos números por mes referidos a las entradas que publico mensualmente, me he empecinado en publicar día sí día también entradas sobre todo tipo de cosas. Inverosímiles, nuevas, chorras...lo que sea.

¿Estoy por tanto con la obsesión de que me comenten? ¿Podría sobrevivir un blog sin comentarios? Mejor dicho, ¿es el blog -o el bloggero- el que necesita de comentarios para subsistir?

¿Qué vino antes, el bloggero o el blog?

martes, 23 de noviembre de 2010

Yo denuncio

Yo denuncio que llevo casi seis meses esperando un dinero que no me llega, un dinero de un concurso de alumnos de secundaria en el cual, por participar, según las bases, merecía entorno a cien euros en material escolar (para libros de universidad, por ejemplo). Denuncio esto y que me han dicho que hay otras prioridades en mi comunidad autónoma. Denuncio que me han tomado el pelo.

Alguien tendrá que leer esto. Me da igual que no actúen. Ya no me fiaré de ellos. Jamás.


Una imagen vale más que mil palabras

sábado, 20 de noviembre de 2010

Siete películas a recomendar

1. Sunshine


Danny Boyle dirigió esta cinta de ciencia ficción con un contenido épico sublime. Aunque hay actores ahora más conocidos (uno de los actores de Heroes, la película; el Espantapájaros de Batman Begins o Ellen Parsosns de Damages), la película se centra en el personaje de El Sol, que se muere. Para evitar la exinción de la humanidad y del sistema solar la última esperanza de unos científicos que viajan por el universo será detonar una bomba nuclear en su superficie. Aunque el guión flojea al final, la música es pura magia y las imágenes del espacio, increíbles.


2. V de Vendetta



Concebida como film de acción, es una dura crítica al fascismo en potencia que se esconde en las sociedades modernas y una pequeña alegoría al terrorismo justo. El romanticismo que late entre sus escenas es sobrecogedor: por un lado, está el propio del século XIX con un tipo enmascarado idealista e insaciable cuyos discursos son memorables  y cuya máxima ambición es la venganza o justicia -para él, sinónimos-, pero por otro está el memorable romance entre una veinteañera en prácticas con miedo al mundo y un hombre sin corazón. Para un clase de Ciencias Sociales de la ESO es una película obligatoria.

3. El Señor de los Anillos

Nadie iba a decir que la tercera parte de la trilogía de Tolkien recaudaría tantos Oscars como Ben-Hur y sin embargo, lo hizo. Aunque la primera no es de mi agrado -en comparación con las demás tiene baja calidad-, la segunda, pero sobre todo la tercera son la cumbre de un cine fantástico en el que las interpretaciones y la música trabajada hacen olvidar que estás viendo una película fantástica. Genial Gollum somo símbolo de la ambición humana. Genial Gandalf como Jesucristo moderno, profeta del bien y de la esperanza, y estupendo Frodo -un hobbit que repetiría con el Mago Blanco en Los Crímenes de Oxford-. Genial todo. Sin excepción.

4. El caso Bourne

Fijaos en esta cara. Fijaos. Este hombre fue la muerte del tópico que establece al espía universal como un macho atractivo y seductos. La narrativa y la continua acción en este film y sus secuelas -con una fémina, Pamela Landy, espléndida en su dúo con Bourne-, dieron más de un dolor de cabeza a los creadores de 007. El europeísmo de esta película y su continua transgresión de laberintos y encerronas la hacen una muestra de buena acción, creíble y conseguida. ¿De qué va? Un hombre despierta en el mar sin recordar quién es ni qué hacía antes de caerse. Descubrirá que es un agente secreto y que desean verlo muerto.

5. La Bella y la Bestia.



Y de acción a un romance clásico inolvidable. La Bella y la Bestia fue un bombazo en su momento. Y ahora, con su estreno en 3D, lo es más que nunca. Una joven provincial hija de un inventor extravagante se ve obligada a convertirse en la prisionera de una horrible bestia en un castillo aislado del mundo y rodeado de nieves y hambrientos lobos. Allí descubrirá que depende de ella anular un ancestral maleficio. Tiene una música excelente, y un guión exento de cursilerías. El amor que se palpa es brillante. En mi opinión, lo mejor de Disney.

6. Crash


Aunque no lo pareza por su modernicidad y su técnica de personajes plurales desarrollados unos detrás de otros con secuencias breves, Crash mereció su galardón a mejor película. 
En los Ángeles varias personas se entrecruzan de forme casi indistinguible. Se rozan, se insultan y pegan, porque necesitan estar en contacto con otras personas para huir de sí mismos. Un crimen en el final de la película será a los que les conduzca esa conducta. Es, pese a sus apariencias y sus aires baratos, una buena película.

7. La joven del agua




Abstracta hasta más no poder, es una película para ver como tres veces. Pese a su guión y presupuesto de baja categoría, encierra unos diálogos magistrales ahogados por un movimiento de cámaras extrañísimo y unos actores amateur -algunos, tengo que reconocer-, que no dejan clara su condición y confunden. Pese a todo, es grande su argumento, su magia te envuelve y te mete en una historia que aunque con erratas es muy hermosa y encierra una vuelta a la imaginación infantil de adultos comprometidos con un mundo que prohíbe soñar.
El gerente de una piscina de un bloque de edificios se ocupa de una joven que afirma ser un hada perseguida por un lobo. Su incredulidad se esfumará al ver su magia y su mundo unidos.


viernes, 19 de noviembre de 2010

O le odias o lo adoras

Woody Allen no deja indiferente a nadie. Si estilo europeizante, su prosa en la pantalla, le han hecho un hueco en la filmografía estadounidense como un director de cine independiente único.



La tensión que respirar sus personajes, el núcleo de su obra, es la clave de su éxito. Pese a ser trabajo del actor el denotar sus futuras acciones -dotonantes en el futuro, es decir, tensión-, es un cliché en sus obras encontrarse o, mejor percibir, cómo a lo largo de todo el largometraje se intuye cómo acabrá la historia, cómo se sucederán los acontemientos, creando un pánico en el espectador que de alguna forma lo inmoviliza en la butaca.

Scoop o Si la cosa funciona son algunas de sus pelis y, particularmente, son las que mejor representan a lo que me refiero: sus actores pasan a un plan secundario a favor de la relación entre ellos. Visto así, es la actuación  de estos la que se coloca en primera plana. Ver alguna de sus películas y lo comprenderéis.

sábado, 13 de noviembre de 2010

De esperanzas vive el hombre


Cojo el  trozo de tierra del suelo y lo aprieto contra mis dedos. Se me resbala entre ellos como gelatina parda y cae al suelo. Me he vuelto a equivocar, sólo se trataba de tierra…
Desactivo el modo infrarrojo y miro la ruina de aquel edificio. Luego, bajo la mirada poco a poco hasta ver el lugar donde converge un fino río de luz solar caído del techo medio roto con un pequeño goteo de una tubería cercana.
Allí podría haber crecido una planta, podría haber dado fruto y, a grandes rasgos, haber vivido.
Podría haberlo hecho si se lo hubiésemos permitido.
Suspiro denotando mi resignación y me alejo del barrio y del edificio donde estaba buscando un resquicio de vida dando una vuelta. Toco con mi dedo índice un pequeño orificio de mi casco gravitatorio y activo un botón de dentro de él. El campo de visión de mi casco se torna violeta como si, en lugar de estar viendo las ruinas de una ciudad, estuviera jugando en un videojuego futurista cuyas imágenes estuvieran embalsamadas en una superficie color vino.
Desconecto los rayos X de mi traje y vuelvo a la base.
Sé que debo mantener la esperanza, pero soñaba con encontrar algo, no sé, me había hecho ilusiones de despertarme hoy en un mundo mejor ya que hoy que es mi cumpleaños y ya que hoy que es mi primer turno diario en ser un Buscador, algo que a mi padre le hubiese enorgullecido.
Y nada…He fracasado.
Vuelvo a casa, sin ganas. La monotonía allí es insufrible, ahora no es como antes, llegas a casa y no haces otra cosa sino ver la televisión y acostarte, porque tienes terminantemente prohibido salir del edificio. Cuando era pequeño, me mordía la curiosidad de saber qué había en la ciudad que tan peligrosa la convertía.
Ahora lo sé.
La contaminación ha avanzado tanto que no podemos estar al aire libre, disfrutar del milagro de la naturaleza.
Muchos se han ido a La Parte Limpia, y los que se han quedado tienen que soportar el día a día de no salir de allí nunca. Sólo los Buscadores, uno al día, salen en busca de indicios de recuperación biológica y para cambiar las baterías de los generadores de oxígeno que ponemos en las ventanas y que evitan que cualquier hermoso rayo de sol en su estado puro entre en casa.
Llego a la base y miro la enorme pared de aparente hormigón que se alza sobre mí. En su entrada, a la derecha, hay una pequeña cámara que me mira.
La naturaleza somos todos.
Oigo al ordenador procesar mi contraseña y luego el ojo se torna verde.
Avanzo como un pingüino debido al traje por la sala blanca acolchada que se abre ante mis ojos y me siento en una especie de sillón de aire, blando, cómodo e inestable.
Allí espero quince segundos—contados por mí. —hasta que ocurre algo.
La puerta que conduce a la contaminada ciudad se cierra poco a poco por la orden de algún oficial. Llego a ver algunos trazos de oscuridad que se van apoderando del silencio de la ciudad hasta hacerla nocturna.
Psss…Pss…
La habitación se descomprime y purifica con un ruido sordo y molesto mientras dejo el traje en un armario y me acerco a la puerta.
Ésta se levanta y deja ver un pasillo blanquecino iluminado por luces fosforescentes.
Llego hasta la sala de cámaras y veo a mi amigo.
Va, como siempre, a su propio ritmo, viendo la televisión en su butaca con su tazón de cereales y mirando las cámaras de seguridad del edificio cada cierto tiempo, aprovechando la monotonía para no perder la cordura.
—Hola, ¿qué tal ha ido?
—Psé, no ha pasado nada. Esperaba algo más divertido, a fin de cuentas desde muy pequeño llevo esperando este trabajo y creía que era algo mejor.
Me dejo caer sobre el sillón de al lado de mi compañero y le hago compañía mirando la caja boba.
— ¿Ocurre algo?—me pregunta extrañado.
—Nada.
—Ya encontraremos algo. —Me anima dándome una palmada en la espalda. — La naturaleza se recuperará, tiene la fortuna de que ahora el ser humano sabe lo que NO debe hacer.
—Lo sé, lo sé… —le digo recordando la horrenda vida gris que llevo a causa de los humanos que, antaño, y a sabiendas del mal que hacían a la Tierra, habían podrido este mundo.
—Seguiremos buscando. —me asegura. —Cada mes, cada día, cada segundo, cada vez más. Si algo tiene el ser humano, es paciencia.

jueves, 11 de noviembre de 2010

La muerte no es el final... ah, ¿no?

Qué más da todo... si nos vamos a morir igual.
Si la línea que separa la vida y la muerte es tan delgada que hasta el halo más suave puede romperla, destrozar lo que durante tanto tiempo cultivaste para... nada. Para pasar a ser un cuerpo inerte que se va desintegrando alimentándose del olvido, de la esencia que te denominaba... 

Llegará el momento en el que nadie te recuerde, que sólo seas una simple alma en pena que seguirá vagando en el mundo junto a otras tantas ya pasadas a la historia. Una historia en la que ningún nombre está escrito, pasando a ser simples números que contabilizan lo que un día fueron personas de carne y hueso, como nosotros.

Es deprimente pararse a pensar en ello: saber cuál es nuestro destino antes incluso de que haya ocurrido. Morir. Una simple palabra a la que se reduce nuestra existencia; una palabra que, terroríficamente, contiene una gran verdad irreversible. Saber que, dado el momento, no podremos dar marcha atrás es algo que alimenta nuestros miedos, y nosotros, ilusos, queremos luchar contra ello, llenando nuestras vidas de objetos materiales que se desvanecerán con nosotros; crear una vida utópica en la que refugiarnos para no ver la cruda realidad. 

Estúpido, ¿verdad? Así somos los seres humanos, el narcisismo nos domina hasta el punto de creer que podemos burlar la muerte cuando llegue la hora. Y el hecho de que la muerte sea el final no significa que sea la cosa que con más ahínco debamos sortear.

¿Final de un principio? ¿Principio de otra vida? No, no me cuenten historias. La muerte es el fin de los fines, el fin de nuestra existencia mezquina y, mirándolo por el lado positivo, el fin del sufrimiento. ¿De veras alguien preferiría la muerte a la vida, la nada al todo, el subsuelo al cielo? ¿No merece la pena, acaso, soportar el gran peso que la vida supone multiplicado por un millón con tal de respirar un segundo más?
Pero, lamentablemente, no hay nada que hacer. Vivimos para morir, y moriremos por vivir. Y no, esto no es una actitud de poeta maldito, creo. Esto, señores, es la realidad. Esa en la que, si pinchas al pobre o al rico, les duele por igual. Y la misma en la que vivir no es simplemente interaccionar con el alrededor, no es solo escuchar latir a tu corazón, no es únicamente oírte respirar, aunque esto sea lo que pensemos.
“Polvo somos y en polvo nos convertiremos”.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La intervención lingüística

 El conjunto filológico de la sociedad actual se cree en el derecho de corregir y juzgar el modo de hablar de la población, olvidando que la lengua trasciende a cualquier persona con independencia de su formación en castellano.
La lengua, por definición, es el sistema de comunicación oral y escrito de una comunidad, por lo que el concepto de falta ortográfica es totalmente compatible con el de la lengua si lo emplea todo un colectivo. No lo es, sin embargo, el criterio de los filólogos que desde sus academias rigen la normativización del español.


Que el máximo estudioso de una materia tenga la última palabra en la sociedad es un criterio no democrático y que sin embargo ha demostrado su completa utilidad.


Visto así, la lengua es una identidad abstracta de un conjunto de gentes, la, quizás, única identidad nacional de un colectivo, y es abstracta e inmutable en su continuo cambio. Es decir, cada día se suman más palabras y errores, algo inevitable de enmendar en un proceso continuo. Aún así los organismos como la RAE siguen queriendo establecer criterios, normas, proyectos, para regular, racionalizar, algo caótico e irracional que cada día evoluciona.
No se trata de defender la anarquía lingüística. Se trata de comprender hasta qué punto el ser humano interviene en algo tan irracional e inherente a él como es el idioma. Algo que es incapaz de controlar y entender al no ser él la sociedad entera, sino particularmente un individuo. Algo, que, aunque variable en su continuo avance, contiene parámetros comunes, esto es, reglamentos que evitan que cada individuo hable un dialecto distinto que el resto de la sociedad. Porque si no fuera así, sería un conjunto de hablas particulares que nada tienen en común, y no constituirían una lengua.



Es algo loable que en una sociedad despreocupada por su lengua sus máximos estudiosos se afanen por convervarla en buen estado.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Tweets por @guillermardos