Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

sábado, 15 de octubre de 2011

«¡Se rieron de nosotros!»

UPyD se ha consolidado como la alternativa fuerte de las próximas elecciones del 20-N -junto a IU y Equo- frente a la marca bipartidista tan quemada por los últimos acontecimientos sociales y económicos, y sobre todo rechazada por la población simpatizante con el movimiento 15-M.



Polémica y difusa, esta marea rosa que empieza en Madrid y se expande por toda España tiene un contenido ideológico muy poco claro; sus bases indiscutibles son la cohesión nacional, su transversalidad, su progresismo, y su defensa de la democracia. Valores que merecen el aplauso de la gente. Pero hay que preguntarse ¿acaso no abogan todos los partidos, sino por el federalismo, por el progreso del pueblo, la democracia y el sentido común?

Unión, Progreso y Democracia se nutre de un futurista y utópico sentido de la política en el que no hay adjetivos políticamente incorrectos o correctísimos en las propuestas de políticas; esto es, dicen lo que la gente quiere oir sin empaparse de un espectro político liberal o protecionista. Su propósito de mantenerse en el centro del panorama político le permite dejarse llevar por los intereses particulares y momentáneos de la población, ora de izquierdas, ora de derechas. Pero siempre en la crítica, sin unos preceptos claros que ellos respeten siempre.

Ahí reside su fractura: sin unos preceptos claros un partido no se distingue de una reunión de personas que despotrican de toda medida gubernamental con independecia de sus características. Es más, sin un programa específico y técnico el peso del partido decae torpemente en lo único que puede mantenerlo a flote, las personas y su discurso. Dicho de otra forma, sin Rosa Díez y su potente voz UPyD estaría astillado y rematado; sin embargo, el PSOE, con Zapatero a la cabeza, de capa caída y ruinoso, es un partido que lejos está de su final: tiene una ideología clara y concisa, unas ideas inequívocas que te permiten distinguirlo de su más inmediato adversario y categorizarlo con rigor.

Un ejemplo de esta venenosa ambigüedad es el repertorio de respuestas que contesta la líder del partido, Rosa Díez, en las entrevista o mítines: cuando algo es obviamente bueno o malo, es de sentido común. Sentido común. ¿Existe palabra más subjetiva? Con sentido común te puedes referir a multidud de cosas. El trasvase del Ebro afecta a un valenciano y a un barcelonés de forma diferente; sus sentidos comunes serán, por supuesto, diferentes. ¿Cuál es la razón de tan poca concreción? La falta de argumentos, de bases ideológicas firmes, pilares concretos -que existen, pero son escasos y confusos-.


Ahora bien ¿y la intención de crear un nuevo modelo de partido, más cibernético, público y directo con la ciudadanía? La idea de Regeneración Democrática no es por sí mala. Nada en Upyd es malo por sí. En democracia se juega a criticar al adversario. Analizemos la frase. En democracia, sí. Por tanto, por más que te ensañes con el rival, lo respetarás como democrátca. De lo contrario, te estarás saltando las reglas del juego para monopolizar la democracia entorno a tu figura: afirmando que sólo tú defiendes hasta las últimas el sistema democrático y por ende igualando democracia a un partido político. O lo que es lo mismo: igualando la democracia, la pluralidad de partidos, con la singularidad de un partido; esto es, una falacia si no populista, dictatorial. Vótame para asegurar la democracia, pues si no me votas podrás votar a otros partidos en este acto democrático. ¿Para qué pides el voto si ya se da la democracia, y alegas que no lo estamos?




El factor humano es vital en UPyD. Sin ideas claras, depende de la capacidad de convencimiento de sus afiliados. Además, en el caso de este joven partido, carece de grandes rostros conocidos, y su única cara conocida, la política mejor valorada por los españoles, es la archiconocida Rosa Díez. En sus tiempos socialista, e incluso consejera en el gobierno vasco, no deja de ser curioso que controlara una concejalía en coalición con los nacionalistas vascos. Curioso más que contradictorio. Todos somos libres de cambiar de ideas políticas, y R.Díez no es menos. La pregunta es ¿es heredera del PSOE, como una línea crítica con el partido y en concreto en el tema terrorista, pero tímidamente continuista en el proyecto socialista primitivo, o es más bien una gaviota del Partido Popular que vio que su destino no estaba al lado de las rosas? ¿O es como ella dice, ajena a los dos grandes partidos, y de una ideología diferente? En cualquier caso, su pasado la delata y la persigue.

Respecto a la oratoria de Díez hay que hallar cierto componente exigente, disciplinar, duro y excesivamente crítico. Su famoso dedo índice acusador también es empleado por Tomás Gómez (PSOE Madrid), y un analista de El País lo atribuyó a una exigencia, a una referencia acusadora que exige el voto de forma brusca y casi violeta. Por el contrario, en los mitines de la Presidenta de la Comunidad de Madrid se ve una mano tranquila y apacible que suplica el voto, que se acerca al ciudanano pidiéndole un favor con amabilidad y educación, sin quitar por supuesto argumentos.

Su continua apelación al sentido común, su obcecación con la crítica bipartidista y su populismo son algunas de sus características. Con el sentido común, como he dicho, se llega a todo el mundo y al mismo tiempo a nada. Con la crítica política que se centra en los demás y no en su interior se comparte la situación actual de la política: vale más el que sabe criticar que el que sabe vender sus proyectos. Finalmente, su populismo obedece a una estrategia de llegar a toda la población, aburrida y hastiada de la clase política, y que ve en gestos simbólicos auténticas hazañas. Pero no se gobierna con símbolos, sentando cátedra y precedentes, sino con una continuidad aburrida y lineal, que si bien no es excitante, responde en mayor o menos medida a una madurez intelectual e institucional. Bajar sueldos a concejales, publicar sueldos, poner el grito en el cielo por la corrupción política no son innecesarios en política, pero tampoco constituyen o debería constituir el centro del debate nacional. La verdadera situación crítica es la del paro, la de la educación y la sanidad recortada; esos son los temas candentes o que deberían serlo de la opinión pública, no recortes de periódico que se recuerdan en una semana y luego se esfuman con nuevos titulares.

La subida de tono de Rosa Diéz, su victimismo, su maniqueísmo, su deje tan único y particular, la hacen como una figura pública excepcionalmente original. Acapara votos de los contrarios al nacionalismo, de la izquierda desesperanzada, de la derecha retrógrada, de los partidos minoritarios con pánico a ser engullidos por la mayoría absoluta el próximo 20-N, y finalmente, de los apolíticos que escuchan los tecnicismos socialistas-populares y huyen del aburrimiendo y de más de lo mismo. También el voto joven, rebelde y universitario, está inclinado hacia esta formación.

UPyD ha conseguido renovar en parte el interés por las nuevas formaciones políticas. En una España sin grandes cambios de partidos desde la Transición, un partido modernista, nuevo, colorido, vivo y recién nacido, devuelve la ilusión ante unas fuerzas que no se suelen renovar con facilidad. Pero es peligroso darle la mano sin pedir nada a cambio, confiar ciegamente en su futuro. Tan peligroso como dársela a cualquier otro partido. No caigamos en la ingenuidad.

1 comentario:

Ego dijo...

¿Y de que sirve otorgar tu voto a un partido con pilares ideológicos firmes cuando no son capaces de ser consecuentes con esos pilares? Comprendo lo que criticas de UPyD y lo comparto pero...

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