Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

viernes, 14 de diciembre de 2012

La Opinión y la Libertad: hay que quemarlo todo.

Eso diría Hume, con sus intenciones incendiarias.

La libertad civil acarrea la libertad de expresión y de opinión. Con esto la sociedad democrática emite balbuceos irracionales que lejos están de tener sentido.Pero ¿qué derecho es más básico que el poder hablar sin el miedo al fracaso o a la mordaza? ¿Y qué es más estúpido que hablar por hablar? Esta oposición, hablar (y demostar estupidez) y callar (mostrar prudencia intelectual), son la balanza en la que se mueve el aprendizaje del ávido de conocimiento.


La libertad de expresión, de pensamiento, de balbuceo es una consecuencia de la democracia. Pero no entendida como superación de la opresión del tirano que acalla mediante patadas (que demuestra, como dice George R.R Martin en Canción de Hielo y Fuego, que se pretende que la gente no hable de ello, no que la sepa que es verdadero o falso), algo positivo y que fomenta la emancipación de lo autoritario y la autonomía, sino entendida esta libertad de expresión como la apertura de un foro universal de toda la población donde los argumentos y las ideas de otroras funcionarios del sistema curtidos en sabiduría y experiencia pasan a ser opiniones e ideas vagas, imprecisas y subjetivas de población esquelética a nivel intelectual, una masa sin unidad ni sostenimiento. ¿Es, por tanto, la población de los países bajo dictaduras, más inteligentes? Si consideramos la educación como enciclopedista, y el conocimiento como memorístico, tal vez la respuesta sea positiva, y comparativamente esas personas estén más cultivadas. Sin embargo, la inteligencia sin autonomía, esto es, libertad, se queda en mera teoría, se enfrenta a fronteras físicas como la censura o la violencia, la incomprensión, la prohibición de ir más allá de cierto punto.

Hay una  convicción respecto a que las opiniones ajenas deben ser respetadas, escuchadas e igualadas, consecuencia de la época democrática, pero esto solo responde a una causa: es lo creído clásicamente mejor para la sociedad y su sistema de gobierno democrático. El criterio de autoridad, el que dice que lo que dice un individuo no es igual a lo que dice otro, sino que lo supera y tiene razón frente al error del otro, es un criterio que responde a la idea anterior de totalitarismo en potencia, y por tanto la democracia rechaza este concepto en principio por el temor a tornarse de nuevo opresión. Sin embargo, no lo aniquilia, puesto que la autoridad, gobierno y el orden son necesarios para organizar el Estado.

¿Son despreciables nuestras estúpidas opiniones? Lo son, como todos, pero son garantes de nuestra libertad y sobre todo, de nuestra autonomía personal. ¿La libertad nos hace estúpidos? Posiblemente, pero sin ella no pensaríamos que somos estúpidos, lo cual es una incongruencia: los que viven en dictadura ignoran que son más inteligentes, pero los estúpidos demócratas son conscientes de su estupidez.

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