Han pasado 62 años desde que la bomba nuclear lanzada por Estados Unidos destruyera Hiroshima casi en su mayoría. De una población de 645.000 habitantes, el número de víctimas pudo sobrepasar las 400.000 o 500.000 y, de ellas, 250.000 mortales.
Lanzada para acabar con la esperanza de los japoneses, no dio éxito y, más tarde, como si no fuera suficiente, lanzaron otra en Nagasaki. Afortunadamente, los americanos no disponían de una tercera bomba nuclear con la que amenazar.
Se ha considerado un cruel crimen contra la humanidad que dejó grandes secuelas para todo el mundo. A través del pánico infundido por el poderío de EEUU, América se convirtió en la mayor potencia del mundo, justificando su atrocidad como un método para acortar la prolongada guerra contra Japon que, como excusa, merecía eso despúes del ataque a Pearl Harbor que tuvo inumerable bajas y fue injusto y a traición.
Las consecuencias de ambos ataques aún se pueden ver si regresamos al 2005 y vemos, en fotografías, el desalentador aspecto que presentan muchos de los supervivientes de la catástrofe recordando que ya habían pasado 5o años desde que un pueblo indefenso, por mal que hubiera hecho, fuera atacado a sangre fría.
Destaca, también, el asombroso hecho de que el piloto que arrojó la bomba desconocía lo que iba a hacer y que su acción cambiaría el mundo.
Así es como se razona ataque injusto...con el doble de potencia.
Un hombre con la espalda quemada tras la explosión de Hiroshima.
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