Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

lunes, 24 de enero de 2011

¿Una ideología actual?

¿Aún hay auténticas revoluciones ideológicas?


Francis Fukuyama postuló en su libro El fin de la historia y el último hombre, de 1992, la llegada próxima de un fenómeno que denominaría como fin de la historia. Esta tesis neoliberal concibe la actualidad como una macedonia de ideas sin posibilidad de nuevas iniciativas. En primer lugar, de ideas liberales, pero también de influencia marxista histórica.
El fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas. Los hombres satisfarían sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas.

Tras la Caída del Muro se habría demostrado que uno de los dos sistemas que monopolizaban la política era inviable, acarreando el cercenamiento del árbol de las ideologías: a partir de ese momento, todos los movimientos nacerían de una base neoliberal, y por tanto no se darían nuevas ideologías. Ese fin de la historia, por tanto, no sería literal; constituiría la muerta ideológica y reivindicativa del hombre en un contexto democrático.

Sin embargo, aunque es cierto que el ser humano dejaría de soñar con nuevas alternativas políticas, sería premisa necesaria en el fin de la historia la disposición de un libre mercado, la existencia de gobiernos representativos y democráticos y un mantenimiento de los derechos jurídicos. En otras palabras, una democracia neoliberal expandida por todo el mundo sería el marco donde se fraguaría este fin de la historia.

Otra condición vital para el fin de la historia sería -y en esto critica Kojéve- la generalización de estas características antes dichas, pero añadiendo una equiparación universal, esto es, la eliminación de las diferencias de desarrollo entre países: se llega al fin de la historia cuando se tiene un buen gobierno, un buen país, un correcto desarrollo, una buena democracia, un libre mercado y unos buenos derechos. Por tanto, países como EEUU estarían más próximos de este estadio que otros como Haití.

Este planteamiento no es intervencionista. Al contrario. Fukuyama defiende la liberación de los mercados, pero dice que el fin de la historia llegará a un país que haya llegado a su pico más alto de evolución. Un país. Para que se de el fin de la historia a nivel global será necesario que todo el mundo esté nivelado económicamente. Hasta que Haití no llegué al nivel de desarrollo de Alemania el mundo no conocerá el fin de la historia.

¿Se llegaría a una culminación política? Imaginad el panorama distópico de 1984 aplicado a una democracia actual, en la que las motivaciones de le gente fueran nulas y la participación política inexistente, pero no por ser una dictadura, sino al contrario; por tener sucesivos gobiernos satisfactorios que desmotivaran cualquier critica

¿Sería mejor? Diríamos rápidamente que no -yo incluido-, pero no debemos olvidar que el fin último de la política es organizar nuestras vidas para llevarlas mejor. Si llegáramos a un estadio de perfección colectica y generalizada, ¿seguiría siendo preciso un gobierno común? Lo que ansiamos desesperadamente es llegar a un momento político de perfección, en el cual no haya paro, violencia, desilusión, mala educación... Sin embargo, si llegara, ¿qué haríamos? Es una falacia. Si llegáramos a eso no haría falta una organización política porque seríamos perfectos y en palabras de Hobbes, nos nos mataríamos por nuestra condición de humanos. Y ese es, al menos para él, el motivo por el que existe el gobierno.

El ser humano no llegará a ese fin de la historia

Pero es que además eso también es una falacia. El ser humano no llegará ese fin de la historia porque, al igual que la economía, no es algo teleológico; no culmina en un fin determinado. Las continuas necesidades del hombres serán eternas, y sus recursos naturales, finitos. El fin de la historia no llegará. Pero desconozco si puedo decir lo mismo de un ciclo histórico.

1 comentario:

Maku dijo...

Ese fin de la historia que comentas, a mi modo de ver, es imposible. ¿Que por qué? Pues porque incluso la idea de "perfección" de un gobierno, de una sociedad, son subjetivas.
Solo tienes que ver que prácticamente cualquier decisión política que se tome es criticada por algún sector. Nunca llueve a gusto de todos. Y eso, suponiendo que estamos hablando de personas que viven en un mismo país y que han recibido, más o menos, una misma cultura. Ahora imagina lo subjetivos que se vuelven todos los valores, opiniones, etc... en un contexto internacional.
Por esa razón, en una democracia que garantice la libertad de expresión siempre habrá disentimiento, siempre habrá crítica y oposición.
Si no la hay... si existiese una sociedad aparentemente perfecta, en la que todos opinan lo mismo, todos están de acuerdo y satisfechos... sería como para sospechar. Y dudo que fuera una democracia.

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