Lineas ParaRelas Es una falta de ortografía con patas.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Interstellar

Falto de adjetivos me hallo. Por un lado, he disfrutado como un bebé, pero por otro no he visto lo mejor de Nolan, ni un estilo parecido a la trilogía Batman o a 'Inception'. Me he descubierto bocabierto viendo el espacio exterior, pero he dudado de los presupuestos científicos de la película (los que la misma película desea venderte en su contexto, me refiero). La música me ha embadurnado de irritabilidad e inquietud cinematográfica, pero también me he dado cuenta de que la ignoraba: se mimetizaba tanto con la esencia de la película (¿puede acaso decirse éso?) que no se percibía; se respiraba, y ya.

Que se parta de una tierra distópica, infierno medioambiental, con una especie humana en extinción y se viaje hacia el espacio exterior utilizando el espacio absoluto newtoniano como un chicle a vomitar y estirar mola. Mola. Chifla. El tratamiento de las escenas allí es deliciosamente anonadador y no hay queja sino súplica del espectador. En ocasiones, se tuerce, eso sí, la jerga física y uno se siente en el banquillo de un encuentro internacional de jóvenes estudiantes de ciencias de la naturaleza: ¿qué es un agujero negro y en qué se diferencia de uno de gusano? ¿Cómo funciona? ¿Adónde va? ¿Cerca de él se deforma el tiempo y el espacio? ¿En qué medida? Y habría un sinfín de dudas tras visionar este reto. Pero no es lo importante. Cuando voy a una película no busco el inquebrantable mantimiento del principio de no-contradiccón, sino una sentido interno coherente en su propia historia, y para ello se debe presentar primero las reglas del juego y luego jugar.

La debilidad del film es la trágica combinación de fría cientificidad astrofísica y amorosa candidez paterno-filial; es, en realidad, una gran baza, pero que no se mantiene durante toda la historia. La combinación es ardiente al principio, pero el sentido se pierde como humo escapándose de un motor justo cuando está la nave alcanzando la estrafosfera. A continuación los procedimientos que se toman pueden verse y sentirse, pero falla algo; falla el propio sentido, la cordura que respiraba todo el guión antes. El olor a reactor de la NASA y a tostadas recién hechas en una casucha tejana deviene, de pronto, en polvo estelar, a casposo polvo metafísico incomprensible e inconmensurable. Si algo me falla, no lo vi. Si hubo más explicaciones racionales y sensatas que explicaran (y justificaran) semejante final, no las vi.

Y sin embargo, como no fui consciente de todo ese tiempo ahí, disfruté. Disfruté como un niño aplaudiendo esas escenas que te quitan el aliento, que no entiendes pero comprendes; disfruté de una gran historia y es lo que importa. ¿O no?

1 comentario:

Pinky dijo...

No he visto la película (y, créeme, tengo ganas después de tanto anuncio en youtube) pero me parece una crítica fantástica: bien estructurada y llena de detalles y sensaciones. Buen trabajo.

"La música me ha embadurnado de irritabilidad e inquietud cinematográfica [...] se respiraba, y ya". Solo con esa frase me has ganado, así que enhorabuena.

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