Un poco de reflexión y una mañana lluviosa pueden ocasionar un comentario sobre ti mismo. ¿Realmente sabemos hasta qué punto controlamos nuestras acciones? Generalmente, si no nos hemos puesto a prueba para saber hasta que punto somos capaces de llegar, decimos que sí, que somo los amos absolutos de nuestra vida. Pero todos tenemos un lado oscuro, un ápice del alma que no responde con la idea de nosotros mismos. Tendemos a confundirlo o a ignorarlo, creyendo que en realidad lo que nos sucede no es un cambio en nuestra personalidad, sino la posición forzada que ponemos al vernos en situaciones imposibles.
La envidia, por ejemplo, es esa pequeña aguja que te impide "inflarte" de emociones positivas.
La ira, ese torrente de fuego oscuro que te impide pensar, víctima de algo que te controla.
Podríamos seguir así hasta enumerar los siete pecados capitales; pero, desgracidamente, hay más elementos de ese estilo de lo que creemos.
¿No os ha pasado que os habéis cabreado con alguien teniendo todo el tiempo la certeza de que lleváis razón? Si es así, ¿habéis indagado acerca de cómo salir de alli? Nos sorprendemos muchas veces de cómo somos, de como actuamos y de las posiciones más extremas en las que nos situamos. Esa parte de nuestra alma nos convierte en personas distintas, en monstruos, y solo nosotros podemos controlarlo.
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